Lamento o lamentación[2]​ es la expresión de un sentimiento humano fuertemente negativo (el dolor, la pena,[3]​ el desconsuelo, la tristeza, la culpa, la vergüenza, la nostalgia) que artísticamente se refleja de forma apasionada. Puede provenir del duelo por una pérdida (la muerte, el desamor, el alejamiento del ser o de la tierra querida), o del arrepentimiento. Se da como tema tanto en literatura (especialmente en poesía)[4]​ como en música y en los artes plásticas. Con el término canción ("canción triste" para los lamentos) se designan tanto poesías sin música como piezas musicales con letra: en su origen la poesía lírica era la que se cantaba acompañada de instrumentos musicales (como la lira o, en el caso de las canciones fúnebres, el aulos griego u otro tipo de instrumentos de viento).

Tanto en la literatura escrita como en tradiciones orales, tanto antiguas como modernas, el lamento es muchas veces puesto en boca de mujeres,[5]​ a las que en casi todas las culturas se les ha confiado el papel de plañideras (que expresan físicamente el lamento con el llanto, suspiros, gemidos, quejidos, gritos y gestos de aflicción y desesperación, incluyendo autoagresiones).

El lamento puesto en boca de varones es también muy frecuente, aunque no deja de señalarse lo incompatible de tal lamento con la imperturbabilidad que se supone al estereotipo de la condición masculina. Así, la madre de Boabdil el Chico reprochaba a su hijo: llora como mujer lo que no supiste defender como hombre; cuando este se detuvo (supuestamente en el lugar ahora conocido como Suspiro del Moro) para contemplar por última vez su perdido palacio de La Alhambra de Granada.

Poesía

Muchos de los poemas más antiguos son lamentos.[9]​ En la cultura grecorromana aparecen desde la Ilíada[10]​ y la Odisea.[11]​ Inicialmente, el epitafio (del griego epitaphios -"en torno a la tumba"-) eran los versos que se citaban en honor de los difuntos el día de sus exequias y anualmente se repetían (luego pasaron a inscribirse en las lápidas). El treno (del griego thrênos -"lamento"-) era una composición de la lírica griega arcaica, lamento fúnebre destinado a ser ejecutado por un coro con acompañamiento musical; se cantaba en ausencia del muerto, al contrario que los epicedios, poemas en lo demás muy afines. Ambas se dirigían al muerto, mientras que la consolatio se cantaba a los vivos, para alivio de su sufrimiento.[12]​ También se cantaban elegías (de elegos -"lamento"-, palabra probablemente pre-helénica) acompañadas con el aulos en la Grecia clásica y helenística;[13]​ mientras que en la tragedia ateniense se cantaba el kommós ("golpearse" -pecho y cabeza en señal de duelo-)[14]​ una canción lírica de lamento interpretada a la vez por el coro y un personaje (como el lamento de Jerjes al final de Los persas de Esquilo, la aparición final de Antígona en la tragedia homónima de Sófocles, la de Edipo, tras haberse cegado a sí mismo, en Edipo rey, del mismo Sófocles y el episodio posterior a la muerte de Clitemnestra en Electra de Eurípides).[15]​ La nenia era un canto fúnebre latino (carmen fúnebre), en alabanza del muerto, que se cantaba en las exequias por las plañideras, a la vez que Nenia era la diosa romana de esos cantos.

Hay lamentos en poesías de todas las culturas: en el Beowulf,[17]​ en los Vedas hindúes, en el Tanaj judío (incluido en el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana -Libro de los Salmos, Libro de las lamentaciones, atribuido a Jeremías-) y en otros textos religiosos del Próximo Oriente Antiguo, como las Lamentaciones de Ur (Mesopotamia) o los Lamentos de Ipuur (Egipto). Los lamentos bíblicos han sido interpretados como un grito de necesidad en un contexto de crisis, en el que Israel carece de recursos por sí mismo[18]​ o una simple llamada a la ayuda divina en tiempo de aflicción.[19]​ Suelen compartir formato: una apelación a Dios, con la descripción del sufrimiento del que se busca la liberación, la petición de ayuda y salvación, la maldición hacia los enemigos, la expresión de la creencia en la inocencia propia, o el reconocimiento de su falta, un voto correspondiente a la esperada respuesta divina y, por último, una canción de agradecimiento.[20]​ Ejemplos de este formato general, para lamento individual y comunal, son el Salmo 3 y el Salmo 44 respectivamente.[21]

En los evangelios de Mateo y de Marcos se pone en boca de Jesucristo un profundo lamento en el episodio del Huerto de los Olivos:

Los nauha ("lamento") o Nauha Khawani son canciones de lamento chiítas, que se originan en la batalla de Karbala (año 680), en la que Husayn ibn Ali tuvo una muerte brutal. Las hay tanto en idioma árabe como en parsi, urdu, punjabí y saraiki.[25][26]

En la poesía alemana[27]​ destacan las Elegías de Duino de Rainer Maria Rilke (1923).

Las Lamentaciones de María son el poema más antiguo escrito en idioma húngaro (finales del siglo XIII).

La doina es la expresión del lamento en la lírica popular rumana.

En la poesía inglesa,[28]​ el Exeter Book[29]​ (ca. 1000) contiene varios poemas cuyo tema es el lamento (The Wanderer, The Seafarer, The Wife’s Lament).[30]​ El Lamento de Eduardo II[31]​ es la única pieza literaria que ha quedado de las que se atribuyen al rey Eduardo II de Inglaterra. De Shakespeare hay un A Lover's complaint;[32]​ John Donne a comienzos del siglo XVIII escribió varias elegías. En el siglo XVIII se expresó la sensibilidad prerromántica de los "poetas de cementerio" (como Edward Young -Night Thougts-),[33]​ continuada en el XIX por la llamada "poesía obituaria".[34]

En la poesía francesa,[35]​ una complainte[36]​ es una canción formada de numerosas couplets en la que el sujeto es sombrío, trágico. Opuestamente a la chanson de geste, es un poema de forma variable que representa las cuitas de un personaje, usualmente real, al que la adversidad y el infortunio han llevado a una situación dramática. Similar es, en la poesía bretona, el gwerz[37]​ ("balada", "lamento", en lengua bretona -la forma poético-musical ballade o ballata, contemporánea de los trovadores, no tenía en su origen una vinculación especial con temas melancólicos o de lamento, pero sí es adecuada a ellos por su ritmo, el de una "canción bailada" solemnemente en un entorno cortesano-);[38]​ mientras que el planh[39]​ ("llanto" en lengua occitana) lo es en la poesía trovadoresca, abundante en lamentos de enamorado (casi siempre varones, aunque algunos de los "llantos" compuestos por los minnesinger, puestos en boca de las damas, reciben la denominación alemana de frauenlied -"canción de mujer", chanson de femme, canzone di donna o cantiga de dona en otros idiomas-).[40]

En la poesía española[41]​ (que comienza precisamente con un de los sus ojos tan fuertemente llorando en el Cantar de Mio Cid)[42]​ hay notables ejemplos de lamento (endecha o planto -"llanto"-), desde las Coplas por la muerte de su padre de Jorge Manrique (1476) hasta el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca (1935) o la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández (1936).[43]

Las Rimas de Bécquer fueron calificadas de "suspirillos germánicos", y ciertamente contienen lamentos propios del estilo romántico generalizado en la Europa de mediados del siglo XIX.

El lamento es parte constitutiva del género pastoril (égloga), como estos versos de Garcilaso de la Vega:

El romancero contiene algunos notables ejemplos de lamentos poéticos, como el Romance del prisionero[49]​ o el Romance de la pérdida de Alhama (Ay de mi Alhama).[50]​ Cuando, en La Celestina, Calisto (que, con gran pena de amor, se pregunta ¿Qual dolor puede ser tal que se yguale con mi mal?) pide a Sempronio tañe e canta la más triste canción, que sepas, este recurre a Mira Nero, de Tarpeya.[51]

Música

La lamentazione[52]​ o lamento de la heroína es un tema convencional de la ópera seria. Se suele acompañar únicamente con la cuerda, en tetracordio descendente,[53][54]​ con líneas melódicas cantabile, de construcción no estrófica y evocativamente libre, en tiempo adagio, lo que sitúa a estos lamentos operísticos entre las más memorables arias, incluso cuando se las interpreta separadamente del pathos emocional de sus contextos operísticos. Un ejemplo temprano es el Lasciatemi morire de Arianna,[55]​ único fragmento superviviente de la ópera homónima de Claudio Monteverdi (1608). Las óperas de Francesco Cavalli extendieron la fórmula lamento, como el Negatemi respiri de Ciro en la ópera homónima (1653).[56]​ Otros ejemplos son el lamento de Dido When I'm laid in earth en Dido y Eneas (Henry Purcell, 1682), el Lascia ch'io pianga de Rinaldo (Georg Friedrich Handel, 1711), Caro mio ben[57]​ (Tomasso o Giuseppe Giordani), etc. Las comedias palaciegas o "semi-óperas" españolas del siglo XVII ("comedias mitológicas", "fiestas mitológicas barrocas" o "cortesanas")[58]​ incluían tópicos "lamentos" de ninfas o personajes mitológicos que cantan sus penas de amor, como el "Ay, desdichada de quién", de la ninfa Calixto en Alfeo y Aretusa.[59]​ En el contexto de la ópera bufa, el Dove sono,[60]​ un lamento de la condesa en Le nozze di Figaro (Mozart, 1786), llega a la audiencia como una sorpresa inesperada; mientras que en Il barbiere di Siviglia (Gioachino Rossini, 1816) las palabras de lamento de Rosina se siguen no con la esperable aria de lamento, sino con un vívido interludio orquestal de música tormentosa. En la ópera romántica, el monólogo de Marschallin[61]​ en el acto primero de Der Rosenkavalier (Richard Strauss, 1911) puede entenderse como un lamento psicológicamente penetrante.[62]

El bajo lamento (lament bass, lament o complainte) es una corta forma musical libre, propia del romanticismo musical. Una forma de idéntico nombre, basada en un bajo ostinato, es propia de la ópera veneciana y se hizo prevalente en la música europea.[63]

La música fúnebre o mortuoria, que parte de las composiciones músico-poéticas de la Antigüedad, se continúa en la Edad Media europea y las épocas posteriores con la música compuesta para los ritos fúnebres cristianos (misa de Requiem, marcha fúnebre, canto lúgubre -"gorigori"-,[64]​ etc.), incluyendo un toque de campanas especial: el toque de difuntos (que, en función de la solemnidad, podían ser hasta cuatro toques diferentes).[65]

En la música pìobaireachd,[66]​ para gaita escocesa,[67]​ hay un buen número de "lamentos escoceses" desde el siglo XVI (Griogal Crìdhe, Cumha na Cloinee, MacCrimmon's Lament).[68]​ También trata el tema del lamento la canción popular escocesa The Skye Boat Song.

En la música tradicional portuguesa es el género del fado ("hado", "destino") el adecuado para expresar los lamentos.

El quejío (un "ay" cantado) es uno de los recursos más característicos del flamenco.[69]​ Entre los cantes flamencos apropiados para lamentos están las carceleras, las saetas o las siguiriyas. García Lorca expresó la relación entre flamenco y lamento en el Poema de la siguiriya gitana (del libro Poema del cante jondo, 1921-1931):

Idéntica relación tiene con el lamento el blues ("melancolía" o "tristeza"), género de la música tradicional de Estados Unidos.[71]​ También la mayor parte de las canciones country (en este caso, folk "blanco" en vez de "negro").[72]

Entre las canciones populares que tratan el tema del lamento (en cualquiera de sus variantes, y de muy distintos géneros, aunque suelen corresponder a las denominadas genéricamente "baladas") pueden destacarse: en español el pasodoble Suspiros de España (Antonio Álvarez Alonso, 1902, del que deriva En tierra extraña, Manuel Penella, 1927 -interpretado por Concha Piquer-[73]​), el bolero Lágrimas negras (Miguel Matamoros, 1929), Se equivocó la paloma (Carlos Guastavino y Rafael Alberti, 1941), Tatuaje (Valerio, León y Quiroga, 1941), la ranchera Soy infeliz (de Ventura Romero, interpretada entre otros por Jorge Negrete -1944-[74]​ o Lola Beltrán -1976-[75]​), la habanera Yo te diré (de Enrique Llovet y Jorge Halpern, para la película Los últimos de Filipinas, 1945), El emigrante (Juanito Valderrama, 1949), Pueblo blanco (Joan Manuel Serrat, 1971),[76]María la portuguesa (Carlos Cano, 1986), Corazón Partío (Alejandro Sanz, 1997); en francés Les feuilles mortes (Jacques Prévert y Joseph Kosma, 1945), Ne me quitte pas (Jacques Brel, 1959) o Que c'est triste Venise (Charles Aznavour, 1964);[77]​ en inglés Angel Eyes (Matt Dennis, 1946), Rescue Me (Fontella Bass, 1964),[78]Yesterday (Beatles, 1965), Eloise (Paul Ryan, 1968),[79]American Pie (Don McLean, 1972), Piano Man (Billy Joel, 1973), Nothing Compares 2 U (Prince y Sinéad O'Connor, 1985-1990) o Fix You (Coldplay, 2005), etc.[80]

Artes plásticas

Tanto en pintura como en escultura, en el arte cristiano es frecuente el tema denominado Lamentación sobre Cristo muerto, con distintas variantes.

En el contexto del duelo y el recuerdo por los difuntos, están los monumentos funerarios. Como notable ejemplo, el Taj Mahal (1632–1653) se construyó expresamente con la voluntad de expresar el dolor del emperador Shah Jahan por la muerte de su amada Mumtaz Mahal (1631).

En la pintura contemporánea, el tema del lamento está muy presente en algunas destacadas obras, como Guernica (Picasso, 1937).

Véase también

  • Muro de las lamentaciones
  • Queja
  • Melancolía
  • Luto
  • Disculpa (expresión "lo lamento")
  • Pésame

Notas

Bibliografía

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  • Gail Holst-Warhaft, Dangerous voices: women's laments and Greek literature. London: Routledge, 1992. ISBN 0-415-12165-5.
  • Claus Westermann, Praise and Lament in the Psalms. Westminster: John Knox Press, 1981. ISBN 0-8042-1792-0.

Enlaces externos

  • Greek lament song (Mοιρολόϊ - Moiroloi) de la Península de Mani, en un funeral.
    • Mani: Μάνη (rom., Mánē); en la Edad Media, Maina o Maïna: Μαΐνη.
  • Traditional Greek lament song (Mοιρολόϊ - Moiroloi) de Epiro
  • Adrienne Nater, A Collection & Chronology of writings about Death, Dying, Grief and Mourning in Western Literature
  • William Watkin, On Mourning: Theories of Loss in Modern Literature, 2004
  • Jennifer C. Vaught, Masculinity and Emotion in Early Modern English Literature, 2008
  • Esther Schor, Bearing the Dead: The British Culture of Mourning from the Enlightenment to Victoria: The British Culture of Mourning from the Enlightenment to Victoria, 1994
  • George M. Johnson, Mourning and Mysticism in First World War Literature and Beyond: Grappling with Ghosts, 2015
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        • Margaret Alexiou: especialista británica en la Grecia moderna, en el mundo bizantino y en literatura comparada.
        • Dimitrios Yatromanolakis: helenista y especialista en historia cultural y en arte de la Antigua Grecia, sobre todo en pintura e inscripciones en cerámica, y profesor de la Universidad Johns Hopkins.
        • Panagiotis Roilos (Παναγιώτης Ροϊλός, n. 1969): especialista en la Grecia moderna, profesor de Harvard.
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    • Texto en Google Libros.
  • NAGY, Gregory: Achilles and the poetics of lament (Aquiles y la poética del lamento), en The Ancient Greek Hero in 24 Hours (Las 24 horas del héroe griego antiguo), Harvard University Press, 2013.
    • Texto Archivado el 25 de septiembre de 2019 en Wayback Machine., en inglés, en el sitio del CHS.
      • El primer apartado es The meaning of "akhos" and "penthos" (El significado de «akhos» y el de «pénthos»); akhos: ἄχος; pénthos: πένθος.
  • NAGY, Gregory: The return of Odysseus in the Homeric "Odyssey" (El regreso de Odiseo en la Odisea homérica), en la misma obra.
    • Texto, en inglés Archivado el 1 de agosto de 2019 en Wayback Machine., en el mismo sitio; véase el apartado Echoes of lament in a song about homecoming (Ecos de lamento en un canto sobre la llegada de alguien al hogar).
      • Para las citas: Nagy, Gregory. 2013. The Ancient Greek Hero in 24 Hours. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2013.

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